Historia de la Homeopatía
La medicina como ciencia, se sabe que tuvo sus inicios en Grecia y se considera a Hipócrates el padre de la medicina, cuatrocientos años antes de Cristo. Su máximo descubrimiento fue que las enfermedades podían ser tratadas de dos maneras: por sus contrarios o por sus semejantes. Toda enfermedad es un conjunto de síntomas anormales que presenta un organismo y son producidos por la presencia de gérmenes, substancias extrañas o reacciones anómalas del mismo, que pueden ser combatidos de dos formas: con substancias que producen los mismos efectos anormales o con elementos que producen efectos contrarios en el organismo.
Sin embargo, 100 años después de Hipócrates, otro médico griego, Galeno, desacreditó la teoría de los semejantes. Galeno y sus seguidores atrasaron así en varios siglos a la medicina, que se fue convirtiendo paulatinamente en una práctica cruel y sanguinaria: las enfermedades se curaban en base a sangrías, quemas, vómitos, ventosas, purgantes y drogas mal estudiadas. Se olvidó poco a poco el estudio de las plantas y de hecho, todas las enfermedades resultaban finalmente incurables o se curaban por si solas.
A fines del siglo XVIII, vivía en Alemania el Dr. Samuel Christian Federico Hahnemann, quien asqueado de las prácticas médicas de sus contemporáneos, abandonó la profesión de médico para trabajar como traductor.
En 1790, mientras traducía un Tratado de Materia Médica del Dr. William Cullen, Hahnemann leyó un fragmento acerca de la quinina que le llamó poderosamente la atención. En su libro, Cullen afirmaba que la quinina era un excelente tratamiento para la malaria debido a sus propiedades astringentes. Hahnemann pensó que esto no tenía sentido ya que, como químico, era consciente de que existían otros astringentes mucho más poderosos que no producían absolutamente ningún efecto en la malaria.
Puesto a investigar, durante varios días tomó dracmas de quinina y tomó nota detallada de todo lo ocurrido en su organismo. Para su sorpresa, presentó uno a uno los síntomas de la malaria, a pesar del hecho de que no padecía realmente la enfermedad. Los síntomas se repetían cada vez que tomaba una dosis de quinina, y se prolongaban durante varias horas. Si no la ingería, no presentaba síntomas. Se preguntó si sería ese el motivo por el cual la malaria también se curaba con quinina. Para comprobar su teoría, repitió las dosis de quinina en otras personas y volvió a anotar las reacciones detalladamente.
De esta manera Hahnemann prosiguió sus experimentos con otras plantas y minerales: Ipecacuana, Mercurio, Yodo, Arsénico y muchos otros, provocando sintomatologías de las más diversas índoles. Este hecho, de existir substancias que provocan los mismos síntomas que determinadas enfermedades, indujo a Hahnemann a probar con cantidades cada vez más pequeñas de substancia hasta lograr el efecto inverso, es decir, la mejoría del estado.
Prosiguió su investigación con otros enfermos, logrando curarlos sin sacarles sangre, aplicarles ventosas o purgantes, lo que era inconcebible en aquellos tiempos. Después de registrados innumerables éxitos por medio de este sistema, Hahnemann expuso al mundo médico su redescubrimiento: el principio según el cual “lo similar puede curar lo similar (similia similibus curentur)” y de sus investigaciones derivaría el establecimiento de una nueva Medicina: la homeopatía.
Desde esa época hasta hoy, la Homeopatía ha evolucionado constantemente hasta alcanzar el nivel actual, en el que se ha experimentado con más de 2.000 substancias de los tres reinos naturales. Reconocida por la Organización Mundial de la Salud se aplica exitosamente en más de 80 países en el mundo.
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